“Mens sana in corpore sano” dice el refrán.
“Y viceversa”, podríamos agregar,
ya que los fenómenos psíquicos y los físicos
están tan íntimamente relacionados que en
muchos casos es prácticamente imposible
entender a uno sin mirar al otro.
La nutrición, en este sentido,
juega un rol fundamental relacionando
cuerpo y mente, ya que un trastorno
alimenticio puede convertirse
tanto en el síntoma como en la causa
de un problema mental.
De la mente al cuerpo.
La bulimia y la anorexia son dos ejemplos
del primer caso, en que un conflicto de origen
psíquico impacta directamente en
la alimentación de una persona.
Aunque estas dos enfermedades producen
una deficiencia energética y una falta de
nutrientes para el organismo que puede
resultar mortal, ambas tienen su raíz en
la psicología, y es por lo tanto allí donde
hay que solucionar el problema.
La incorrecta o escasa alimentación es solo
la cara visible de un trastorno que viene
de otro lado.
Otros problemas mentales, que tienen
también su impacto en la alimentación,
son la depresión, el trastorno bipolar y
la ansiedad, entre otros.
En todos estos casos, la persona,
al no sentirse bien anímicamente,
no come o lo hace sin interés.
Ante esto, el organismo no tiene los nutrientes
necesarios para procesar las funciones
del cuerpo, se pierde energía,
vitalidad y las reacciones son lentas
y van en decadencia.
Si la situación no cambia, el cuerpo
no responde y no tiene con qué ayudar
al cerebro a recuperarse.
Del cuerpo a la mente
En el sentido inverso, una alimentación incompleta,
sobre todo en las etapas tempranas de la vida,
puede producir serias deficiencias intelectuales.
Según el doctor Alejandro O´Donell,
director del Centro de Estudios sobre
Nutrición Infantil (CESNI), “la desnutrición
afecta radicalmente el rendimiento escolar
de los niños.
El haber padecido anemia por deficiencia
de hierro, o deficiencia de zinc,
pueden significar un costo de hasta
15 puntos en el Coeficiente Intelectual teórico (...).
Un niño de baja talla social tiene hasta
veinte veces más riesgo de repetir
grados que otro de talla normal”.
Rueda de desequilibrio
Como se ve, a diferencia de lo que suele
pensarse, no existen problemas aislados,
sino que en su gran mayoría la interrelación
entre unos y otros es muy grande,
y más que enfoques parciales,
es fundamental atender al complejo
sistema que mente y cuerpo conforman
para poder solucionarlos de raíz.
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