lundi 1 novembre 2010

Anemia enfermedad Silenciosa

 Anemia enfermedad Silenciosa

Todas hemos escuchado hablar de la anemia, pero… ¿sabemos exactamente de qué se trata?

La anemia es un trastorno frecuente de la sangre que ocurre cuando la cantidad de glóbulos rojos es menor que lo normal, o cuando la concentración de hemoglobina -el elemento de la sangre cuya función es distribuir el oxígeno desde los pulmones hacia los tejidos del cuerpo- es baja.
Esta afección puede ser provocada por varios problemas: ciertas enfermedades, la ingesta de algunos medicamentos; las infecciones y la nutrición deficiente.

Existen diferentes tipos de anemia, como la anemia ferropénica (por falta de hierro), anemia megaloblástica (perniciosa), anemia hemolítica, anemia drepanocítica o de células falciformes, anemia de Cooley (talasemia), anemia aplásica y anemia crónica[1].

El tratamiento específico será determinado en cada caso por el médico, en función del tipo de anemia que sea.

El primer paso, estar atentos

Tanto los niños como los adultos pueden tener anemia, por lo que es importante reconocer tempranamente las señales con que ésta se manifiesta y, ante la duda, consultar al médico. Los síntomas más comunes son:
  • Palidez
  • Aceleración de la frecuencia cardíaca
  • Dificultad respiratoria
  • Fatiga
  • Mareos o vértigo
  • Dolores de cabeza
  • Irritabilidad


Hierro en la nutrición

La Sociedad Argentina de Pediatría señala que la deficiencia de hierro es la causa más frecuente de anemia en los niños, y se registra en mayor medida entre los 6 y los 24 meses de edad.

El recién nacido normal de término tiene reservas de hierro hasta los 4 o 6 meses; reservas que provienen del aporte de hierro materno durante la gestación. Como el hierro de la madre es incorporado por el feto en el tercer trimestre del embarazo, el niño que nace antes de término tiene menores posibilidades de incorporarlo.

A partir de los 4-6 meses de vida, el niño depende de la dieta para incorporar hierro. Para evitar la anemia ferropénica, debe consumir alimentos ricos en hierro, como carne vacuna, hígado, pollo, pescado, soja, cereales, espinaca y arroz. Esta dieta balanceada es la mejor forma de prevención.

Recordemos en cualquier caso, que comer sano, estar atentos y consultar al médico ante cualquier duda son tres sabios caminos que no deberíamos abandonar si queremos conservar la buena salud.

[1]Fuente: University of Virginia Health System

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