samedi 13 novembre 2010

¡Otra vez sopa!

¡Otra vez sopa!
Con un nuevo invierno en puerta, y un clima en el que empiezan a sumarse los días nublados, la mejor forma de combatir el frío es calentar el cuerpo por dentro. Y para eso, nada mejor que la sopa. De fácil preparación, en muchas de sus versiones puede ser mucho más que un simple caldito. Huevo, crema, verduras y carnes se ofrecen como ingredientes capaces de hacer de éste un plato altamente nutritivo.
Ancestral

Hace miles de años, ya los primeros hombres cazadores y recolectores que habitaron la tierra quisieron ablandar la carne en agua caliente. El jugo desprendido fue un caldo. Más tarde, varios pueblos hicieron de éste uno de sus principales sustentos alimenticios. Ya dice la Biblia sobre Gedeón, juez hebreo: “Mató un cordero, puso su carne en una olla e hizo caldo”. Los romanos y los griegos, por su parte, también le dieron a la sopa un lugar primordial en su dieta. Con el paso del tiempo, verduras y carnes, entre otros ingredientes, fueron dándole diferentes colores y sabores.

De reyes y mendigos

En la Edad Media, la sopa fue uno de los platos principales de los reyes y de los líderes religiosos, pero también de exiliados y de soldados en época de guerras. Cada vez más popular, la sopa ya había servido muchos siglos antes para aliviar grandes hambrunas. Sobre el fin de la época medieval, era muchas veces único alimento para los mendigos. Sus componentes fueron cada vez más diversos, y en esa época, además, se hicieron los primeros caldos sólidos, fuentes de sabor en muchas de las comidas que hacemos hoy cotidianamente.

¡En cubo!

En el siglo XIX, los suizos Carl Knorr y Julius Maggi perfeccionaron la técnica de deshidratación de vegetales y el caldo en cubo fue, de pronto, un nuevo alimento de producción industrial. A la argentina llegó recién en los años sesenta del siglo pasado. De acuerdo con datos de la empresa Knorr, aquí la aceptación fue tan grande por parte de las amas de casa que lo que esperaba vender en un año lo vendió en un mes.

A esto seguiría la sopa instantánea, tan útil hoy para comer caliente y rápido, seguida de todas las variantes que hoy conocemos. Con todo, nada ha reemplazado todavía a una buena sopa casera, y a su fenomenal aporte nutritivo si se la complementa con verduras, legumbres, carnes, huevos y cremas.

Más líquida, más espesa; en plato hondo, en jarrito; en la mesa o, por qué no, en la cama... la sopa es fundamental para pasar el invierno. Podes probar con decenas de combinaciones. Es cuestión de echar todo lo que anda dando vueltas por ahi a la olla y…
 ¡Otra vez sopa!

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