Convertido en “mega estrella” de dietas, programas nutricionales y numerosos controles de salud que giran en torno a él, el colesterol ha ganado un merecido protagonismo en los últimos años, gracias al rol preponderante que juega tanto en la mantención como en la pérdida del bienestar de nuestro organismo. En pocas palabras, el colesterol es una sustancia serosa (lípido) que se encuentra en los tejidos corporales y en la sangre, y que el cuerpo utiliza para proteger los nervios, formar tejidos celulares y producir ciertas hormonas. La mayor parte del colesterol es producida por el hígado, aunque también proviene de algunos alimentos. Las mayores concentraciones se encuentran en este órgano, en la medula espinal, el páncreas y el cerebro.
Necesario pero peligroso
Así descripto, queda claro que el colesterol es necesario para nuestra supervivencia. El problema sobreviene cuando, producto de la ingesta de alimentos que lo contienen en grandes cantidades, éste excede los niveles razonables y comienza a acumularse en las arterias, taponándolas. Si la obstrucción es grande y se ubica en las arterias coronarias, puede ocurrir un ataque cardiaco; mientras que si la arteria tapada es la que suministra sangre al cerebro, puede ocurrir un derrame cerebral. De allí la imperiosa necesidad de controlar sus niveles.
Dr. Jekyll & Mr. Hyde
Cualquiera que haya oído hablar del colesterol sabe que en realidad, igual que el extraño personaje de Stevenson, éste se divide en dos: el bueno y el malo. Y es que la sustancia en cuestión viaja por la sangre en diferentes tipos de “paquetes”, llamados lipoproteínas.
Las lipoproteínas de baja densidad (“malo”) liberan colesterol por el cuerpo, mientras que las de alta densidad (“bueno”) remueven el colesterol del torrente sanguíneo. Lejos de buscar la eliminación de unas o el exceso de otras, es el equilibrio entre ambas lo que debemos procurar para mantener un óptimo nivel de salud en nuestro organismo.
Atención con los factores de riesgo.
No fumar, mantener una dieta saludable, hacer ejercicio y realizar controles periódicos son algunas de las claves a tener en cuenta si queremos evitar que un alto nivel de colesterol afecte nuestra calidad de vida.
Para ello, además, es fundamental tener en cuenta que existen ciertos factores que deben mantenernos especialmente en alerta, como haber sufrido un ataque al corazón, ser mayores de 45 años, tener familiares directos con colesterol alto o antecedentes cardiacos, tener presión arterial alta o diabetes, ser obesos o llevar una vida sedentaria.
En cualquiera de estos casos, pero también si no se da ninguno de ellos, es fundamental prestar atención, entonces, a este silencioso enemigo, que actúa solapadamente y que, de no detectarlo a tiempo, puede ser descubierto cuando ya sea demasiado tarde.
http://pmarchesseau.com.ar y del blog chefentoque.kazeo.com
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